María de Estrada (Continuación)



Durante muchos meses permaneció María de Estrada encerrada en una celda subterránea y oscura, en condiciones infrahumanas y sin hablar con nadie, acusada por el asesinato de Guillermo Marín (un ladrón y violador que con el uniforme militar se hacía pasar por un hombre devoto, miembro de una fina familia cristiana).

El veredicto de morir en la horca, había sido aplazado debido al embarazo de María, y por esa razón Roma y Paco (las únicas personas que en verdad la querían y se preocupaban por ella), después de muchos intentos, lograron entrar a verla cuando todos los guardias estaban en misa.

Roma, preocupada desde un inicio por el estado del bebé, en cuanto estuvo en la celda junto a ella lo primero que hizo fue tratar de tocar con sus manos el vientre para averiguar en que condiciones se encontraba, y es entonces cuando casi al borde de la locura, la joven prisionera le revela a ella y a su hermano gitano que abortó pocos meses después de ser encarcelada. Nunca supo si el sexo de la criatura, tan sólo se limitó a enterrarla como pudo en un agujero recóndito que ya existía en alguna parte de la celda.

Como todos los prisioneros que iban a parar a ese calabozo, por lo regular eran olvidados, nunca nadie se dio cuenta de lo que había pasado y por esa razón ella aún seguía con vida.

Hasta ahí, María de Estrada parece no tener ninguna esperanza de salir con vida, pero su hermano Paco le comenta que -gracias a que María le enseño a leer- pudo enterarse a través de una "proclama real", pegada a la entrada del edificio, que los reyes perdonaban la sentencia de las mujeres prisioneras que incluso estando condenadas a muerte, se ofrecían para embarcarse voluntariamente hacia "Las Indias" (América).

En apariencia eso parecía ser una gran oportunidad para cualquier prisionero, sin embargo, la monarquía de ese entonces ofrecía tal indulto por la sencilla razón de que era bien sabido que la mayoría de las personas que viajaban hacia las tierras nuevas recién descubiertas por el almirante Genovés, nunca jamás volvían, pues se hablaba de que las aguas del océano estaban plagadas de animales y monstruos marinos que arrastraban a toda embarcación hacia las profundidades... O si los prisioneros sobrevivían al viaje, existía la posibilidad de que murieran en esas lejanas tierras, víctimas del canibalismo de las tribus salvajes o de las extrañas y peligrosas enfermedades de las cuales podían contagiarse.

Así es como María logra salvar una vez más su vida y se embarca hacia "el nuevo mundo" en un barco cuya tripulación está compuesta por esclavos y reos.

Siendo ella la única mujer a bordo el acoso no se hace esperar, pero gracias a un cuchillo que le facilitan para realizar su trabajo como cocinera de la embarcación, logra salvar una vez más su integridad física; pero de pronto su suerte cambia cuando los almirantes al mando de ese barco, siendo sumamente superticiosos y pensando que su condición de mujer ha propiciado el mal tiempo durante toda la travesía, al llegar a Gomera, Isla de las Canarias, el capitán del barco donde viaja María de Estrada, negociando las habilidades de esta en la cocina, logra que Alonso de Quintero permita que ella continúe el viaje en su barco: Santa María de la Concepción.

Es allí donde María conoce a dos hombres que serán determinantes en su vida: Pedro Sánchez Farfán y Hernán Cortés.

Al llegar al nuevo mundo, (especificamente a Santo Domingo) María comienza una nueva vida, vive muchísimas experiencias que van desde trabajar en un hospital como ayudante de una esclava negra llamada Aeesha, enamorarse de Pedro Sánchez de Farfán, convertirse en la mejor amiga de Hernán Cortés y atestiguar en forma indirecta su fama como conquistador y su caída...

Todo esto sin dejar de mencionar que vuelve a participar en algunas batallas que contribuyen a darle la fama que aún estando viva la elevó a la categoría de leyenda.

Lo más interesante del libro, son las cartas que María escribía para su hermano Paco, narrando en forma detallada sus experiencias y aventuras en el nuevo mundo.

Cuando se habla de la conquista, siempre nos vienen a la mente la visión de los colonizadores que sólo buscaban oro y nuevos territorios sobre los cuales establecer un mini-reino individual, mientras que en la otra cara de la moneda encontramos los testimonios de los indígenas que sufrieron el choque tan severo propiciado por la transculturización... Pero pocas veces se habla de la gente que viajó a América acompañando a los españoles.

Esclavos, reos indultados y hasta españoles de buen apellido y alcurnia, pero que durante su vida tuvieron mala fortuna o carecían de influencias para poder lograr algo en su vida, vinieron hasta estas tierras en busca de la oportunidad de su vida. Todo eso lo vemos reflejado a través de las cartas de María, en las cuales es muy sorprendente enterarse que la religión católica fue adoptada también por muchos de ellos para poder sobrevivir.

No les quiero contar más, para que si alguna vez tienen oportunidad de leer el libro, les resulte emocionante conocer las aventuras de María de Estrada. Una mujer que en verdad existió, pero que tristemente no existe mucha documentación histórica que haga referencia a su vida y sus hazañas, ya que Gloria Durán (la autora del libro) comenta que la existencia de María de Estrada sólo está documentada a través de escritos que dejaron otros personajes como Bartolomé de las Casas, Fran Juan de Torquemada y otros que sólo le dedican algunos cuantos párrafos.

A pesar del lazo de amistad que la unió a Hernán Cortés (este nunca la menciona) e incluso se desconoce donde terminaron sus restos; ya que al morir María de Estrada fue enterrada en la bóveda de una iglesia en Puebla que 26 años después (en el año 1527 se demolió) para dar paso a una nueva catedral.

Además del rastro perdido de sus restos mortales, todo lo que se dice y conoce sobre María de Estrada parte de las crónicas de terceras personas y su recuerdo no se ha extinguido del todo gracias a que personas como Juan Dubernard Chauveau (un inmigrante belga en México), cautivado por la historia de esta heroína, se dio a la tarea de investigar todo lo que pudo sobre su vida y publicarlo en una monografía... Gracias a eso en la actualidad podemos saber quien fue y que hizo María de Estrada.

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